30 mayo 2011

Herencia maldita




Soy la heredera del incendio sometido,
de la pálida granada casi rosa,
de la timidez quejumbrosa de las sirenas,
de las mañanas recortadas como orillas de hojas secas.

Las 1001 noches son un pliegue
de mi almohada
que delata
mi mejilla al despertar
y con el sol llega la sal derramada
por el suelo, no en mi sopa.

Mi talismán es un encantamiento
que inventó un anciano
y perfeccionó un mendigo,
una margarita intacta de pétalos retráctiles
que quieren y no quieren,
no quieren y quieren
que adormecen y hacen despertar.

Recorto mis cabellos
como si fueran las riendas de un carromato
las quemo y esparzo sus cenizas
por todos los barcos.
Algunos regresan,
otros, permanecen en el mar...

29 mayo 2011

Ni siquiera Spotify




Las horas caen
como xirimiri

en Donosti.
Los viandantes
sólo advierten su tenaz ligereza
cuando ya le han mojado.

En los autobuses hay carteles
de colores
rojo, blanco y azul,
son neón borroso sobre los párpados cansados,
suspiros troppi sottili
para los oídos
cuando suenan los taladros...

... y siempre hay obras en mi ciudad.

No entiendo.


No entiendo el devenir de las medusas,
su atracción por los sólidos,
ellas que danzan todas las formas
siempre vuelven a la arena,
a los besos pulverizados de las piedras.

Pero...
vístete,
vísteme.
Bailemos disfrazados
bajo las farolas,
junto al tiovivo,
que nuestros giros
sean canciones al revés
comprensibles para los peatones,
pero no para ti,
ni para mi.
La música es demasiado breve
y ni siquiera Spotify
nos ha regalado una hora hoy.
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