Poco más que un poema
bajo el peso de la lluvia
que constriñe los minutos
para no derramarlos
en baldosas amarillas.
Poco más que el temblor crujiente
de unos versos sobre el papel.
Sombras chinescas
de una mano que se nubla.
Poco más que los chillidos
de una gaviota perdida
sobre el rio familiar
que ha mutado de repente.
Poco más que un hilo
lanzado al norte y al sur.
Caricia refleja de una hoja
que, al pasar,
te devuelve la rama.
Poco más que la ilusión decimonónica
triunfal e irreversible
de unas velas que se agotan
y unos cristales que estallan.
*