19 abril 2012

Avanzando



Poesía

Si el hombre no se siente perdido,
está perdido para todo lo que acontece a los demás
y lo que a él le acontecerá.
Y perdido así escribe una carta y el sobre,
lo sella y subraya: ¡Abrir después de mi muerte!

Pero estar perdido y resistir
y tener la luna en el libro y la noche tan solo en el leer,
no saber dónde ni cómo,
no estar solo pero estar perdido,
es como si el propio dolor con alguno ajeno
engendraran un tercer corazón…




Quédate

Quédate conmigo, no me dejes,
mi vida es tan vacía
que sólo tú puedes impedir, orgullosamente humilde,
que haga más preguntas.

Quédate, no me dejes,
compadécete de mi impaciencia
que, garabateada en la bitácora de un barco de cautivos,
perdurará más allá de la eternidad.

Quédate conmigo, no me dejes,
tú no sabes del enojo ni tu enojo durará,
y ¿dónde irías, cómo te sentirías
cuando se te haya pasado?... Espera un poco, espera
espera por lo menos hasta
que llegue el cartero con cartas sólo para ti.




Escuchando un disco

(*)
Sólo hoy el doble cuarto de tono de los pájaros hace tiempo extinguidos
vive en la música de los bailes bárbaros.
Sólo hoy la difteria común de los dibujos de roca
halla gloria animal en la garganta de la ópera.
Sólo hoy tántalo o bezoar
se muestran en el bajo vientre de una antigua estatua.

Nada regresa del otro mundo. Todo está aquí.
Pero incluso el que de nosotros está ya dentro
tiene que seguir entrando siempre…




Te ha preguntado

Te ha preguntado una jovencita: ¿Qué es la poesía?
Le has querido decir: El hecho de que existes, sí, de que existes,
y que con miedo y asombro,
que son la prueba del milagro,
estoy dolorosamente celoso de la plenitud de tu belleza,
y que no te puedo besar ni puedo dormir contigo,
y que no tengo nada, y que el que nada tiene que ofrecer
debe cantar…

Pero no se lo has dicho, has guardado silencio,
y ella esta canción no la ha oído…


Vladimír Holan

*

17 abril 2012

Take Shelter



Tengo miedo de despertar tan tarde,
que se hayan muerto los gorriones
y las únicas luces que los velen
sean de semáforos.

¿Y si la primavera se arrepintiese
y guardase bajo su abultado vestido
una enana roja?
¿y si esa primavera fuese

ahora?

Antes de que se destrencen
las cuerdas,
y caigamos,
desterrados,
sobre aceite,
¿dónde me esconderías:
en la duda,
en la sordera
o en tus pesadillas?

*
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