20 agosto 2013

Maniobras de supervivencia





Cheshire quality

 
Todos los gatos sonríen de perfil.

¿Te has dado cuenta?
 
 
 


En el templo maldito

(A ti)

 
Yo iba caminando,

tú en bicicleta

(como siempre)

Pasaste a tantas revoluciones,

que solo pudiste reconocerme

fuera de plano.

 
A tu espalda, de repente,

surgió de la nada el escenario de un western,

(desértico, exhausto, enrarecido)

Y, sin darme cuenta,

me había llevado la mano al corazón

para reclamarlo,

para que no saltara de nuevo a tu mochila

de estudiante aventajado.
 
 
 

 
Velatorio feliz

 
En algún momento han dejado de felicitarme

para acompañarme en el sentimiento.

La irreversibilidad se ha convertido, al parecer,

en sinónimo de cumpleaños.

 
En el velatorio de la mujer que no soy

hay un marido,

una hipoteca,

un trabajo estable

y uno o dos hijos.

Conocidos y desconocidos,

queridos y desqueridos,

se reúnen, compungidos,

y me lloran.

“¡Una lástima!”, comentan

“Casi pudo

disfrutar una vida”.

 

 
 
 
Autoengaño
 
Sólo te reclamo
cuando sube peligrosamente la marea
y la playa se vacía
de estaciones y de labios.
 
De puntillas,
contra la pared maestra y única,
a demasiados escalones de voces y dioses,
grito el único nombre que hace eco,
y tomo tu mano encallecida
(de estatua o de árbol),
 
Juntos contamos hacia atrás,
desandándonos,
como los indios y sus huellas,
hasta que el mar se desmembra
como un paraguas derrotado,
y yo vuelvo a mi playa
y tú a tu estrella.
 
 
 
 
Canícula
 
Gotear,
evaporarse,
desprenderse
de la materia original que un día nos dio consistencia y forma.
 
Desasirse,
desmerecerse,
desquererse…
 
Sudar
y olvidar.
 
 

 
Ocho kilómetros
 
La música suena a 8 kilómetros
de un desierto azul.
Un niño atrapado
deja sus desordenadas huellas
azules
sobre caminos que olvidan
hasta las tormentas de verano.
No hay testigos.
El desierto se enrosca siempre
en una espiral lenta,
ofídica,
para nutrirse de su crisálida.
Y así renace,
una y otra vez,
el silencio.
 
En el desierto azul,
8 kilómetros separan a la música
de la vida.
 
 





Coetáneo

 
Si acabas de llegar,

por favor,

sacúdete la arena.



Ese dulce aroma a día de playa

sobre tu piel de almendra intacta.

El triunfo de tus 20 años

sobre la coacción del taxímetro

(y su banda feroz).

Tu mano sin venas

de autoestopista vocacional,

tus ojos límpidos,

tu cabello insobornable,

tu voz de menta…


… todo

me lo he perdido

para siempre,

amor.

 
 



Duda razonable

 
Tu cartel de bienvenida

está sujeto a mi piel con alfileres.

No hay sesión de descanso

para el teatro del destierro.

Espero con un ala plegada

y la otra suspendida 

hasta cuando decidas volver.

Cuando decidas creer,

cuando decidas…

“Cuando… “

¿Y si en lugar de un adverbio de relativo

fuese un epitafio?
 
 
 
 
Como osos insomnes
 
Bastan unas pocas semanas de verano
para que olvidemos el itinerario triste
de una primavera esquiva.
Las estaciones desarman
el caleidoscopio de la memoria
pero sólo a corto plazo.
 
¿Por qué no hay anzuelos
ni subterfugios
durante las estaciones largas;
esas en las que,
en plena soledad catatónica,
nos golpea un lacerante
ataque de inoportunidad,
como un oso que despierta
en mitad del invierno?
 

 
 
Morozov
 
Si no te reservas
para una carrera de vuelta.
Si, consumido, estallas sobre tu meta
junto a tu avión kamikaze
y tus ruinas reafirman
el hambre de tus rivales
y la solidez de tus murallas.
Si el desfile se detiene
y los músicos guardan
sus instrumentos bajo llave
y bajo tu nombre, en la pancarta,
se han escrito las palabras
“suicida”, “temerario” y “loco”,
sabrás que no has ganado
y
que no perderás nunca.
 
*

09 agosto 2013

Como osos insomnes




Bastan unas pocas semanas de verano

para que olvidemos el itinerario triste

de una primavera esquiva.

Las estaciones desarman

el caleidoscopio de la memoria

pero sólo a corto plazo.


¿Por qué no hay anzuelos

ni subterfugios

durante las estaciones largas;

esas en las que,

en plena soledad catatónica,

nos golpea un lacerante

ataque de inoportunidad,

como un oso que despierta

en mitad del invierno?


*

05 agosto 2013

Coetáneo






Si acabas de llegar,

por favor,

sacúdete la arena.

 

Ese dulce aroma a día de playa

sobre tu piel de almendra intacta.

El triunfo de tus 20 años

sobre la coacción del taxímetro

(y su banda feroz).

Tu mano sin venas

de autoestopista vocacional,

tus ojos límpidos,

tu cabello insobornable,

tu voz de menta…

 

… todo

me lo he perdido

para siempre,

amor.

 
*

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