“Si de verdad existe
alguna clase de dios, no debe de estar en nosotros. Ni en ti ni en mí, sino
quizás en un pequeño hueco entre los dos. Si existe alguna magia en este mundo
debe estar en el intento de comprender a alguien al compartir algo. Lo sé, es
casi imposible conseguirlo, pero, qué importa eso. En el intento debe de estar
la respuesta”.
Before
Sunrise, Richard
Linklater
Hoy
me he pintado las uñas de rojo, pero me han quedado fatal, así que,
enrabietada, me he quitado la pintura con quitaesmalte. Hay pocas cosas más
agresivas que arrancarse el esmalte rojo de uñas. Las manos se te quedan
encarnadas y tumefactas, como si revelaran una parte violenta o secretamente
avergonzada de ti. Y te he visto, de repente, justo ahí, en mis manos sanguinolentas. Curioso escondrijo el
del desamor.
Y
si no hay ninguna prueba material para recordarte, ¿cómo se puede demostrar que
has existido?
¿Recuerdas
aquella trilogía que te hice ver un par de veces?¿la de Linklater? He pensado
mucho en aquella definición en Before Sunrise que tanto me gustaba.
Es la única definición de Dios en la que creo. También es, probablemente, una
de las mejores definiciones de amor.
Nos
lo había dicho también Spinoza. Tant@s otr@s. Antes. En el amor, el objeto de
deseo no existe. O, en realidad, no es un objeto, sino un lugar. No nos
enamoramos del otro, sino de la frontera de contacto, del hueco entre los dos.
Ahora
sé que no eras tú, sino la “Viena” en la que habitaríamos. Nunca fue una voz o
una mirada, sino la posibilidad de un sublenguaje que solo compartiríamos tú y
yo.
Me
llevaste desde mi amurallado neuroticismo hasta el aquí y ahora, la palpitante
vida y el sol, pero me enamoré también, sin saberlo, de lo que yo aportaba al
nosotros, aquello que tú habías atraído a la frontera como nadie: frescura,
pasión, curiosidad, ternura, historias, música…
Sin
embargo, el origen era el nudo infinito entre tu nombre y el mío, la suma de la
palabra escritora y la palabra musa.
Pero
ahora ese hueco ya no está. No existe. Nada nos preserva ni nos contiene. Ni
siquiera somos dos líneas paralelas.
Acabo
de eliminar todas nuestras fotografías. 372 archivos de mi memoria.
Y
si no hay ninguna prueba material del nosotros,
¿cómo se puede demostrar que hemos existido?
Hoy he encontrado correos electrónicos de 2006 donde había referencias a personas con las que trabajé. Vaya susto. He pensado lo mismo, cómo podrían demostrar que han existido? (o que aun existen?).
ResponderEliminarSomos un sueño, hasta que nos desvanecemos.
Enric
PD: oh, que ilusión leerte