Tienes la misma sonrisa que Ryan
Gosling en Drive cuando mira a Carey Mulligan,
esa delicia híbrida entre la timidez
adolescente, la ternura y el anhelo.
Puede que sea algo universal y todos
los hombres del mundo acudáis en secreto a “Gosling 2.0” para aprenderla,
pero tú la dominas, es tuya, sin
vacilación ni esfuerzo.
Y desde el otro lado, el del
“regalador regalado”,
no queda más remedio que desplegar las
constelaciones y los mapas
o “recorrer océanos de tiempo”,
para volver a invocarla.
*
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