Cuando se aplaque
el ruido del tren
podré
comprender los designios de la ruta.
El vagón del
cuerpo, del alma y del corazón
ya han
escrito su anillo
como el
tronco de un árbol.
Pero el
último vagón,
el de la
conciencia,
siempre es el
último
en completar
su destino.
*
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