
R se despide de M para siempre mientras consulta impacientemente su reloj. Sólo ha tardado una hora y media. ¿Batirá su record personal? Tras apuntar el tiempo en su libreta, se dirige al laboratorio. El cielo encapotado y la creciente humedad del aire le indican que hay, aproximadamente, un 70% de posibilidades de tormenta. Ahora sólo queda esperar a que aparezcan los primeros síntomas. ¿Serán minutos, horas, días tal vez? Lejanos quedaron los tiempos en los que se le ocurrió la idea de su experimento. Si las cosas potencialmente adictivas o peligrosas llevaban una etiqueta identificativa, por qué no las personas “altamente queribles”? Su teoría era que si todos fuéramos advertidos de antemano sobre lo mucho (y lo rápido) que podíamos encariñarnos de otro ser humano, en muchas ocasiones, nos lo pensaríamos dos veces antes de dejarle “libre acceso”. Especialmente en el caso de los encuentros breves o con fecha de caducidad.
Abstraída en estas cavilaciones, R se cepilla la melena frente al espejo azul del baño y descubre una lágrima en su mejilla. Se la enjuga entre la fascinación y el terror. ¿Será posible acaso...? Los recuerdos se agolpan en su mente. Había clasificado a aquel sujeto de estudio como “inofensivo”, pero la respuesta registrada por sus aparatos había sido la más alta en tres años. Aparentemente, no había nada en él que pudiera sugerir semejante reacción de apego. ¿Amor? Desolada y con el medidor aún sobre el pecho, R sabe que su experimento ha acabado. Ahora no le interesa detectar y protegerse de las personas “altamente queribles”, sino el riesgo. ¿Qué ocurriría si existiese algún tipo de garantía o de colchón emocional? Los pulpos, por ejemplo, tienen tres corazones. Si uno de ellos se dañara, los otros dos seguirían latiendo. Enlazando ideas en su mente, R perfila su siguiente experimento: ¿si los seres humanos tuviéramos tres corazones como los pulpos, seguiríamos huyendo del autentico contacto? ¿escaparíamos con tanta insistencia del amor?
Mejor uno y grande que tres mediocres. Ya se sabe: divide y vencerás.
ResponderEliminarme dejas un intenso sabor a durazno…
ResponderEliminarun corazon es suficiente. imaginate tres corazones rotos. eso no lo aguantaria nadie
ResponderEliminarmuy muy original la idea del estudio. me ha gustado mucho
un besote
que ALEGRÍA tenerte de vuelta n_n
ResponderEliminarlos latidos hoy valen por tres ;)
Alhy!!!!!!!!! Welcome back!!!!! Te echaba de menos!!!! Y veo que regresas con fuerza. Vaya pedazo entrada, me ha encantado la historia y la reflexión. ¿Es cierto lo de los pulpos? Qué curioso, no lo sabía.
ResponderEliminarPero, claro, el amor en el ser humano lo localizamos en el corazón pero, en realidad, está en la mente, ¿no? Así que lo ideal sería, entonces, tener tres mentes. La cosa se complica.... ;-)
Un beso gigante, hermosa. Insisto, te he echado de menos
¡Gracias por la welcome! Después de varias semanas out se me ha hecho raro actualizar :S
ResponderEliminar¿Va mal mi ordenador o es el blog el que va hiperdespacio?
Arg...
Gracias a vos por descubrir esos dolorientes versos y poder darte cuenta de la herida que sobresale de ellos
ResponderEliminarun abrazo
sin embargo....creo que tengo mil corazones apretujados....o capaz uno solito bien fuerte, grande y capaz de volver a intentarlo una y otra y otra vez...y así y así....
ResponderEliminarno, por supuesto que no
ResponderEliminaraunque tubieramos ochocientosmilquinientoscincuentaycinco millones de corazones seguiriamos huyendo, somos asi de cobardes
Si que nos tendrian que avisar de cuales con esas personas altamente queribles y mas cuando esa persona puede desaparecer de tu vida rapido.
ResponderEliminarEs entonces cuando entra eso de tener 3 corazoness, para cuando alguien al que quieres se va sin a penas darte cuenta y un corazon dejer de funcionar por el dolor, puedas recurrir a los otros dos.. para poder continuar, porque sino seria tan complicado continuar.
besosss de bienvenidaaa!!!!
Cat piensa que tendrían más espacio para meter personitas dentro, y que los valientes los llenarían hasta los topes. A los que no se atreven, les iba a dar igual uno que tres, solo tendrían que encontrar un escondite más grande para dejarlos.
ResponderEliminarun miau dentro de un ventrículo :)
Alhy se sumerge en la ciencia ficción casi fantástica. ¿Sabes que me has recordado un poco a Adolfo Bioy Casares? Me gusta como fusionas sin fisuras la cotidianeidad con eso fantástico que aquí despues de todo no resulta serlo tanto. No sé si me explico.
ResponderEliminarPor otra parte, pienso que un corazón humano tiene ya sólo en sí capacidad emocional para tres, cuatro y cinco iguales. La clave es no tener miedo. Sólo esa. Pienso.
¡Amore, ya estás libre!!!!!!!!! :D
¿Como te están sentando estos días de relaxing? ¿Has avanzado en "Desgracia"? Ya me contarás.
Hoy es una especie de "Fiesta del cine" en Málaga y me voy a ver 6 pelis en dos días con un friend: dos por la tarde y una por la noche. Jojojojojo. Y por muy poco dinero. Eso sí, las pelis tienen que ser de centros comerciales horrendos multicínicos (con el doble sentido). Pero bueno, algo habrá para elegir :)
Se te quiere, preciosa. :D
Qué linda forma de escribir:)
ResponderEliminarHay algo más fuerte que todo lo que nos pueda sugerir una persona con sus gustos o su estilo o su conversación: el instinto. En algunos conservado, plantea situaciones en las que es difícil una fechade caducidad. No había pensado en personas queribles como tal, pero, pensándolo, veo que tengo alguna. Espero no perderla.
ResponderEliminarAh, y no creo que por tener más corazones se quisiera mejor. Me quedon con el pensamiento de Dara Scully: a los que no se atreven les iba a dar igual uno que mil.
Un saludo.
Has vuelto... y por la puerta grande.
ResponderEliminarUno de tus mejores textos.
Yo creo que necesitaría un corazón gatuno, con 7 vidas, dada mi predisposición natural a perder las apuestas corazoniles.
¡¡Besos por triplicado!!
es leerte, y volver a esperar en el café. sentado, con las cartas en la mano.
ResponderEliminarAhora mismo, me resultan más dignos de envidia los abrazos de ocho brazos..
ResponderEliminarSi estuviéramos seguros de sobrevivir amaríamos más.
ResponderEliminarsiempre me quedaré maravillada de tus historias, las echaba de menos, aunque no parezca que estoy, estoy...no como siempre, pero me encanta leerte, eres una pasada, en todos tus espacios, me dejas una huella....te sigo, nena, te sigo, eres un referente muy fuerte para mi...no sabes lo aprendo contigo...
ResponderEliminarme encanta que estes cerquita...
los que huyen hoy seguirían huyendo, los que pueden reconocer que necesitan compartir y expresar amor vital...
ResponderEliminarno
como siempre..
creo!
gracias por esta intensa y Viva reflexión!!!
MARINÍ
Mientras que no se acepte el miedo, entre otras cosas, dará igual que se tengan tres o seis corazones.
ResponderEliminarEl riesgo es parte de ese encanto, y aunque lo intentemos, no existen medidores para saber en qué grado de Amor hacia la otra persona nos encontramos. Eso es bueno para un cuento de ciencia ficción. = )
Un abrazo enorme cargado de energías = )
Fascinante, me encantó...
ResponderEliminarEfectivamente, yo también creo en el dolor que me produciría que se me rompieran los tres corazones, aunque... si el amor solo consigue llegar a uno, será fantástico tener los otros dos de recambio, por los posibles hombres que puedan pasar.
Qué débiles somos...
Gracias por el texto, realmente bonito.
V
yo no creo q sea cosa de uno, tres o trescientos. yo creo q quien tiene miedo, lo tiene a q se le rompa uno o a q se le rompan todos. No hay colchon q valga. Quien decide lanzarse, lo hace aun a riesgo de romperse en cuerpo, mente y alma. De ahí el valor del amor, pq existe el riesgo de quedar marcado de por vida por las heridas. Y porque el arriesgarse nos hará crecer, sentir, VIVIR.
ResponderEliminarMuy bonito tu relato reina.
A ver cuando volvemos a coincidir y nos ponemos al día, q yo tengo un par de novedades importantes, jeje.
Un abrazo de osa.