23 febrero 2012

Aunque tu nombre signifique piedra




Quiero morder la manzana
blanca y redonda de tu hombro.
El único acento que,
artero,
al verme,
marca tu cuerpo.

El rostro grave,
la mirada extraviada en una órbita externa,
la espalda férrea de torreón o vigilante
y las manos transferidas a la arcilla.
Pero tu hombro no,
tu hombro señala,
reclama,
sentencia.

No te engañes.
No deseo
los dibujos del cometa,
ni su mecano arrepentido,
sólo reclamo
una manzana
furtiva,
blanca y redonda.

*
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