12 marzo 2012

Chocolate



La seguí sin darme cuenta. Una silueta familiar descubierta al fondo del vagón, ajena a todo lo que no fuera el desfilar de las paradas y el radio de sus propios pensamientos. Al salir de la estación, tomé la estela de su abrigo, tal vez por curiosidad, tal vez porque aún no era tarde y deseaba retrasar el regreso a mi exiguo apartamento. Ni siquiera me planteé cómo reaccionaría al descubrirme, ni la dimensión de la posible coartada. La seguí. Fueron un par de manzanas, tal vez un poco más. Aquel abrigo no miraba los escaparates ni las luces recién estrenadas de navidad, simplemente caminaba con la determinación de quien sabe de dónde proceden sus pasos.

Se detuvo ante una pequeña tienda de chocolates. La puerta se abrió oportunamente invitándola y entró. La observé desde una distancia prudencial. Una sonrisa, un intercambio, otra sonrisa y salió. No fui suficientemente rápido (quizá no quise serlo). La caída del día no logró maquillar ni su sorpresa ni mi culpa. “Veo que sigues siendo adicta al chocolate”. Excusas. Habían pasado 10 años desde otra callejuela estrecha bañada por la lluvia y el eco de una maldición. Me estudió. La impresión en su rostro se dibujó en la mitad de tiempo que tarda en llegar el sol a la tierra. Cuatro segundos. Yo, sin embargo, me embarqué en un viaje completo. “Estás preciosa” mentí. No, me mentía a mi mismo. Estaba preciosa. Aún. Era casi ella salvo por los ojos. Parecían más apagados y hundidos, como si algo, desde su interior, los fuera absorbiendo y aniquilando lentamente. Solía decirme (y no se equivocaba) que solo las personas muy felices o las muy tristes comienzan a envejecer por los ojos, aunque por motivos opuestos. Quise intuir a qué grupo pertenecía ella. Minutos después supe que no me había equivocado.




Fuimos al primer bar que encontramos y pedimos dos tés. Tenía algo de prisa y, sin quitarse el abrigo, me enumeró su largo currículum de causalidades. Apenas la interrumpí. Disfrutaba observándola gesticular enfáticamente, como si su afán de síntesis equivaliera a expresarse en un idioma extranjero. Encanto, tenacidad e inteligencia. Las tres palabras que mejor la definían permanecían imbatibles en mi lista de adjetivos.
Sonreí tratando de enmascarar la nostalgia con la alegría del reencuentro. Su discurso me llegaba intermitente mientras trataba de adivinar los cambios de una década en su cuerpo desnudo. La lengua, sin embargo, me traicionó en el primer sorbo. (Había olvidado soplar). Llegó mi turno. No mentí pero tampoco expuse más que un tercio de la verdad. Pensaba en la posibilidad de no volver a mi apartamento vacío, de abrir la puerta y toparme con uno nuevo, más extraño que familiar. Otro. Sentí un impulso irrefrenable de fumar y recordé que cuando y donde estaba ya no podía hacerlo. 2012. ¿Aún la deseaba? Si. No. Tal vez. ¿Aún la amaba? No. Sí. Quizá. Solía llamarla Hitchcock blonde. Mente, instinto y corazón siempre estaban en ámbar. Si la mitad del cerebro de los delfines permanece alerta cuando duermen, ella tampoco abandona nunca su torre de mando. Demasiados tiburones.




A menudo nos enamoramos de alguien, básicamente, por la estúpida sinrazón de creer que podemos cambiarlo, actualizarlo como si se tratara un programa informático. ¡Maldito Pigmalión! Hay quien opina que siempre hay un Neil Armstrong que llega donde nunca ha pisado ningún otro. De ser así, yo conservo todas las banderas en mi cuerpo pero no tengo vocación de explorador. Intuir el volcán es una cosa, escalar su falda, sin embargo, otra muy distinta.

Repentinamente algo crujió y una bolsa de papel fue extraída de su bolso, junto con mis pensamientos. El chocolate compensará la amargura del té demasiado reposado, señaló, y me ofreció un bombón que no quise aceptar. Después mordió un bocado, cerró los ojos y su rostro comenzó a transformarse y suavizarse a medida que lo paladeaba. Sé que el atardecer, el bar y yo desaparecimos súbitamente, que durante unos breves segundos, aquel diminuto trozo de chocolate y su avidez fueron un caleidoscopio sensorial que la transportaba a otra parte. Y es que diez años después nada había cambiado. Las comisuras de sus labios se mancharon (como entonces) y tuve que reprimirme para no inclinarme y lamerlos (como siempre). Comiendo chocolate parecía una mezcla entre Pollyana y Lolita. Me asaltó entonces un ridículo y trasnochado ataque de celos. Nunca había conseguido entenderlo. El chocolate llegaba donde no alcanzaban ni la música, ni el amor, ni la alegría, ni el sexo. ¿Por qué sólo él la empujaba al completo abandono?

*

15 comentarios:

  1. Me encantó. De verdad. Y es de tus relatos largos. Me gustó muy mucho. Te cuento más detenidamente ;) Se te quiere.

    ResponderEliminar
  2. No se de lo que seria capaz yo, por chocolate!!!!

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  5. Matices escritos que me han encantado; seguir la estela de un abrigo, lo de envejecer por los ojos, y enumerar un curriculum de casualidades. Todo eso es maestría con la pluma señorita!! Me gusta la historia, los encuentros imposibles que hacen que se tambalee todo en un instante y que de repente te plantean cien preguntas y hacen aflorar sentimientos que parecían olvidados, pero solo estaban bien guardados. Hay lugares a los que nunca podremos llegar,... no tan lejos al menos como el chocolate =)

    Que bonito.

    Eso si, inciso, la muffin taaaan negra, no me parece nada apetecible, le veo tintes de funeral =S

    Chocolate kisses***

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Remy, ya te conté el porqué de esa foto y el origen de la semilla de lo que no estoy segura de que sea una historia, sino un fotograma que me encontré casualmente (o que me obsesioné en desarrollar). ¡Gracias por el boomerang y suerte, bloguera! ;)

      Kisses chocolateros ***

      Eliminar
  6. Como diría Homer "mmmm chocolate"

    Me fascina tu habilidad de crear atmósferas a base de pequeños detalles. Creo que es lo que más me gusta de tus relatos, junto con el hecho de que condensan grandes temas en escenas cotidianas.

    La única pega que le veo al relato es que al llegar al final me he quedado con la sensación de que pide una continuación.

    Besos :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bis, gracias por tu observación. Se hace lo que se puede, aunque casi nunca satisfazga el resultado final ;)

      Echo de menos nuevas actualizaciones! Where are u now?

      Kisses curisos ***

      Eliminar
    2. Oye muchacha, no te vayas a quedar sólo con lo menos positivo, eh? Con la de cosas bonitas que te he dicho ;)

      Yo también echo de menos actualizar, tengo el blog muy abandonado, pero ando un poco escasa de inspiración... (creo que voy a intentar fijarme un tiempo al día para escribir, a ver si lo consigo)

      :*

      Eliminar
  7. http://elbauldelasideasii.blogspot.com.es/
    =))))))))))))))))))))

    ResponderEliminar
  8. Un placer volver a leerte después de estar meses alejado de la blogsfera. Tengo que poner remedio ya :)

    Traigas manzanas o chocolate, me gusta lo que escribes. Además, recientemente no sé si he despertado algún sentimiento similar. Aunque más que seguir un abrigo volví ver a ver a... personas que aprecio mucho, creo que fue una sensación parecida. Al menos, yo ni fumo ni fumaba :)

    Que estés bien, saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Welcome back, A.! Precisamente hace poco me preguntaba por ti. Con tantas ausencias bloguiles, temí que tú también hubieras desaparecido.

      Yo también he vivido una etapa de reencuentros con personas del pasado durante los últimos meses. He llegado a la conclusión de que, simplemente, necesitaba un cierre oficial con todos ell@s :)

      Kisses multiplicados ***

      Eliminar
  9. Vaya, no había visto la respuesta. No he desaparecido, pero puedo decir que tuve que dedicar mucho a estudiar y... me hice un (maldito) twitter jaja. Pero he vuelto para quedarme.

    Un ¿cierre oficial? Acabo de recordar otro encuentro (sí, tras un primero hace meses después de años de no vernos) con una persona con la que no tendría nada que cerrar. Si acaso enterrar definitivamente el y si... pero así me va. Al respecto, escribí esto: http://bit.ly/GE5Lr8.

    Kisses de vuelta, y de vuelta ;)

    ResponderEliminar
  10. como siempre magistral...tu escritura visual me desborda...kisses ;-)

    ResponderEliminar

In cyberspace, everybody can hear you dream...

Related Posts with Thumbnails