29 mayo 2011

Ni siquiera Spotify




Las horas caen
como xirimiri

en Donosti.
Los viandantes
sólo advierten su tenaz ligereza
cuando ya le han mojado.

En los autobuses hay carteles
de colores
rojo, blanco y azul,
son neón borroso sobre los párpados cansados,
suspiros troppi sottili
para los oídos
cuando suenan los taladros...

... y siempre hay obras en mi ciudad.

No entiendo.


No entiendo el devenir de las medusas,
su atracción por los sólidos,
ellas que danzan todas las formas
siempre vuelven a la arena,
a los besos pulverizados de las piedras.

Pero...
vístete,
vísteme.
Bailemos disfrazados
bajo las farolas,
junto al tiovivo,
que nuestros giros
sean canciones al revés
comprensibles para los peatones,
pero no para ti,
ni para mi.
La música es demasiado breve
y ni siquiera Spotify
nos ha regalado una hora hoy.

2 comentarios:

  1. El cuerpo me pide Donosti, sí.

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  2. yo tampoco entiendo el devenir de las medusas...

    pero aunque la música sea breve,
    siempre tarareas con tus labios
    melodías que me recuerdan películas
    que un día vi y otro olvidé
    entre tormentas y rayos.


    ps- precioso poema!

    ResponderEliminar

In cyberspace, everybody can hear you dream...

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