
Nada más abrir la puerta, Charlotte descubrió que la tienda era aún más deslumbrante de como la había imaginado. Pesadas y sobrias estanterías de nogal contenían una ecléctica y singular colección de caleidoscopios, snowglobes, joyeros y cajas de música. Pero ante su curiosidad analítica, eran los tableros de ajedrez o de damas delicadamente tallados, los que competían en fascinación con telescopios, brújulas, relojes de arena y extraños objetos sin identificar.
El dependiente, que para sorpresa y decepción de Charlotte, en lugar de un venerable anciano era un joven veinteañero, les sonrió cómplice desde el otro lado del mostrador.
- Tu debes de ser Charlotte
- Sí - respondió ella tímidamente
- Me han hablado mucho de ti, ¿sabes? Creo que tengo algo que puede interesarte...
Segundos después de desaparecer tras una puerta, el joven depositó sobre el mostrador tres pequeñas cajas de cartón. A Charlotte se le hizo un nudo en la garganta. Su intuición infantil le indicaba que algo inusual e increíblemente mágico se escondía en aquellas cajas. Con primor y cierta ceremoniosidad, el dependiente extrajo, uno a uno, el contenido de las tres cajas. Charlotte tuvo que hacer un esfuerzo para no agarrar los tres tesoros que había ante ella y salir corriendo de la tienda. Pero en su lugar, la futura científica que habitaba en ella, tomó el mando:
- ¡Que maravilla! ¿De qué son?
- Este pequeño elefante que tienes delante ha sido tallado con un nuevo mineral extraído de un lago volcánico en Geysir, Islandia. Su particularidad, además de su belleza inquietantemente azul, es que siempre permanece caliente
- ¡Wow, es precioso! ¿Y esta de aquí, qué es?
- Esta... bueno, es una de las piezas más especiales de nuestra colección, ¿sabes? No es posible encontrarla en ningún otro lugar del mundo. ¿Tú que ves, Charlotte?
- Un colibrí
- Yo veo un phoenix. ¿Y tu tío?
- Un aguila- aclaró este sonriente
- ¿Y cómo es eso posible?- inquirió la niña
- Porque está hecha con un 50% de materiales reales y un 50% con, digamos, material “fantastico”...
- ¿Y el material real hace que...?
- Todos sean la ave de nuestra elección, sí
Reservando lo mejor para el final, como era habitual en ella, Charlotte no pudo evitar preguntar por el tercer tesoro.
- Voy a confesarte una cosa, jovencita. Esta es mi favorita. También es la preferida de tu tío y el motivo de que tú estés aquí
- Es maravillosa.... ¿De qué está hecha?
- Bueno, no puedo decírtelo con seguridad. Aunque sospecho que sólo el único o los únicos que lo saben con certeza son sus fabricantes. Lo que ves, está 100% fabricado con materiales irreales, por así decirlo
- ¿Me la puedo quedar?
- Sabía que te encantaría- sonrió complacido su tío- si la quieres, tuya es, aunque antes debes decirme qué has visto
- Una sirena
- ¡Estupendo!- repondió éste mientras extraía su cartera
Un mes más tarde, una sofocada y acelerada Charlotte, irrumpía precipitadamente en la misma tienda. La prisa de la carrera había desprendido varios mechones de su coleta, mientras que sus largos calcetines escolares se encontraban a la altura de los tobillos. Antes de poder quitarse la mochila, fue sorprendida por el dependiente
- ¡Que sorpresa, jovencita!. No esperaba verte tan pronto por aquí. ¿Acaso tienes algún cumpleaños o...
- Quiero devolver la figura
- ¿Qué?- el chico dio un paso atrás, como si la niña hubiera extraído un arma repentinamente
- Ya no la quiero- afirmó tajante
- ¿Prefieres el pájaro ahora?
- No. Quiero el elefante
- ¿Puedo preguntar por qué?- inquirió anonadado el joven
- Siempre pongo en mi mesilla mi juguete preferido o mi último descubrimiento. A veces es una nueva piedra, otras un libro...
- ¿Y?
- Cuando tengo pesadillas, me despierto y lo acaricio, entonces me siento mejor
- Creo que sigo sin entenderte...
- Yo... necesito algo real antes de dormirme por las noches
Dedicado a tod@s los que como Charlotte o la Cecilia de La rosa púrpura de El Cairo, ante la disyuntiva de realidad o ficción, se han visto obligados a elegir lo primero. Merry Christmas.