16 octubre 2011

Instrucciones para manejar un corazón abierto



Si te colocan un corazón abierto, herido y obscenamente rojo sobre las manos, tómalo con el mismo orgullo y privilegio con el que se correspondería al gesto de un erizo que ha retraído provisionalmente sus púas.
Ignora los posibles arañazos colaterales sobre tu piel como se ignoran las críticas emponzoñadas que provienen de la envidia, y nunca olvides que para llegar a tus manos, él ha sangrado más que tú.
Si su tamaño y color te inquietan o no tienes muy claro qué hacer con él, resérvale un lugar soleado en tu habitación hasta que emigre o bien muestre su utilidad secreta (se han dado casos de corazones que han acabado reciclados en botas de goma o gorros ultratérmicos).
Nunca dejes un corazón abierto en el lugar exacto donde lo encontraste (incluso si, a pesar de su débil apariencia, amenaza con explotar con furia titánica), especialmente si hace frío. Deposítalo siempre en un lugar cálido y seguro con la delicadeza y cautela con la que manejarías material inflamable.
Devolvérselo instantáneamente a su dueño, como si se tratara de un pase en un partido de baloncesto, tampoco es una buena opción. Su superficie podría agrietarse y encogerse aún más, hasta el punto de volverse parcialmente invisible y, por lo tanto, difícil de manejar.
No intentes reemplazar el hueco del corazón en el pecho del donante por otro corazón o por algún hábil sucedáneo. Inicialmente, su cerebro podría aceptarlo de buen grado, pero el resto de su cuerpo lo iría rechazando paulatinamente, tornándose cada vez más rígido e insensible, más deshumanizado, como si se estuviera transformando en ciborg.
Si desconoces el corazonés (el único idioma que funciona con ecos) o tus manos son muy torpes y callosas, nunca respondas a sus gritos con silencio (el silencio oxida sus tejidos de la misma forma que el agua oxida los barcos), pregúntale a otro corazón (preferiblemente el tuyo) qué recovecos pueden ser explorados y acariciados hasta dar con el botón de sutura o sellado (objetivo principal del donante al entregártelo).
Si en el momento de su emigración o reinserción, el corazón  parece estar visiblemente dilatado y su superficie se muestra un poco más compacta y lisa, sabrás que has completado tu tarea satisfactoriamente.

6 comentarios:

  1. confieso que he leído "las instrucciones" en estado de pánico.

    cuando niño rompía todo lo que pillaba (generalmente sin querer); hasta llegar a una fama de "rompedor" aun cuando no era yo el culpable.

    así que he temblado simplemente con la idea de un corazón abierto entre mis manazas. sé que de ahí no podría salir nada bueno :S

    me guardo las intrucciones hasta que el viejo Vicent Price, termine su trabajo con mis manos ;)

    bss

    j

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  2. creo que lo llevo haciendo mal, toda la vida...

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  3. En caso de duda, no consulte con nadie.
    Manténgase al alcance de todo el mundo.

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  4. tus instrucciones me han mirado el corazón... y, un vacío tan grande como un puño (de otro corazón) ha dejado de sangrar. por un ratito...

    gracias...hoy me haría falta alguien leyendo tUS instrucciones...
    pero está bien así...

    encontrarme con tu espacio, y q hayas pasado por el mío , cuando por primera vez en muchos años he vuelto a escribir desde mi (digo en general transcribo reflexiones de otros)

    no es casual.
    tenía q llegar a este momento

    una maestra eres cirujana del amor al corazón sangrado... pero aún vivo...

    gracia otra vez...

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  5. Querida, hoy también a mi me das en el clavo. Magnífico. Como todo lo que escribes. Me ha encantado.
    Kisses admirados.

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    Respuestas
    1. Thanks, Helen :)

      Una no puede por menos que ruborizarse ante la word magnifico.

      Kisses agradecidos ***

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