30 diciembre 2011
Deconstrucción
Hace 5 años era tan joven
que esperar era el suero
de las horas tristes
y las piscinas parecían
olvidarse del fondo.
Hace 5 años era tan frágil
que los bordes
de las páginas evitaban
mis dedos,
por temor
a marcarse
por los ángulos.
Hace 5 años era tan ilusa
que atesoraba burbujas
por si friccionaban
los vagones
en viajes
cortos, medios, largos…
Hace 5 años era tan tierna
que mi cama amanecía sin bordes
como el nuevo pan
reclamando
mermelada,
cólera
y barro.
Hace 5 años era tan yo
que mi avatar o cebolla triste
se ha quitado tantas pieles,
tantos desmayos,
tantas manos,
que las palomas olvidan su chistera:
¿las casas comienzan por el tejado?
*
23 diciembre 2011
El vórtice
Espero que a la llegada de la presente se encuentre bien.
Atentamente,
Alicia Robles.
09 diciembre 2011
Moratones
“Yo nostalgio
Tu nostalgias
Y cómo me revienta que él nostalgie”.
Benedetti
*
Te llené de moratones
... pero sólo de ellos
Un golpe por un viaje involuntario en DeLorean
Un golpe por un roce de rodillas
Un golpe por un guiño cómplice desde la torre
Un golpe por el vértigo en tus camisas
Un golpe por tu cuerpo de chopo inacabado
Un golpe por el verano que semillas
Un golpe por detener el tren cuando llegaba tarde
Un golpe por descruzarnos de las vías
Un golpe por romperme el muro por los hombros
Un golpe por tu vocación de viejo en horas (no días)
Un golpe por tu ternura de ciruela intacta
Un golpe por incendiarte las mejillas
Un golpe por reescribirme la piel en braille
Un golpe por tu cicatriz sin espigas
Un golpe por tu cristal de pez de acuario
Un golpe por amanecerme en las rodillas
Un golpe por las balas que nunca fueron
Un golpe por la elipse que te comienza y me termina.
*
08 diciembre 2011
Viento
Viento otra vez
viento a destiempo
de las horas que se tiñen
o se narran.
Viento como abrazo ignífugo
de una llama
con la rabia destronada
de elefante en la sabana.
No sé dónde descansar
mis manos frías
y la vista se me pierde
danzarina
en una bolsa.
Si saliera ahora
intempestiva y descalza
buscando a Isadora Duncan,
sólo podría estrenar
o regalar
mi nueva boina
a la luna.
*
30 noviembre 2011
Sir Winter
Hoy te nombro caballero
de mi invierno más largo
y del crujir vacilante de los sauces.
¿Qué guardabas en tu pecho,
irisado,
impreciso,
insomne,
cubierto bajo la música?
No era un arco de acero,
no.
Era una medusa.
La noche
La noche,
celosa del musgo,
se pinta los labios de verde,
pero, Eva torpe,
sólo sabe morder manzanas caídas,
esas que, impacientes,
taladraron los gusanos.
No sabe que
a veces,
una caminata
puede contenerse
en un temblor de rodillas
Y abatida,
en su cama de amapolas,
se quita el verde con el dorso de la mano.
Y, en el dorso del alba,
olvida.
*
Elefantes violetas
Apaga la fiesta
y el vinilo rayado.
Lanza por la ventana
con rabia
las sombras chinescas
(“fue un suicidio”
diremos).
Fue una quimera que persiguiéramos
elefantes violetas,
abstemios,
bajo el mismo paraguas,
con las mejillas encendidas
por un verano que no era.
Tú no eras
pero acepté barco
como animal acuático.
Yo no era
Pero tu cama
integral
sin diagonales ni cuatros
era más cárcel
que prisionera
de tus naufragios.
10 noviembre 2011
Reivindicación platónica
Si un día,
cuerpalmente,
te acercas y me abrazas,
y el fuego azul nos quema
las uñas y las sábanas,
entonces,
ya cenizas,
ya polvo y algazara,
los dos
(como dos manchas
que vuelan o que bailan)
iremos a otro lecho,
seremos no palabra
y haremos del amor
un simple gesto
y… ¡basta!
Eduardo Mazo
08 noviembre 2011
Blackout
Poco más que un poema
bajo el peso de la lluvia
que constriñe los minutos
para no derramarlos
en baldosas amarillas.
Poco más que el temblor crujiente
de unos versos sobre el papel.
Sombras chinescas
de una mano que se nubla.
Poco más que los chillidos
de una gaviota perdida
sobre el rio familiar
que ha mutado de repente.
Poco más que un hilo
lanzado al norte y al sur.
Caricia refleja de una hoja
que, al pasar,
te devuelve la rama.
Poco más que la ilusión decimonónica
triunfal e irreversible
de unas velas que se agotan
y unos cristales que estallan.
*
23 octubre 2011
Paso de cebra
No sé si eras tú.
Tal vez fueras tú.
Decidí que eras tú.
mientras al nuevo fondo dos coches chocaban estrepitosamente.
Ninguno era tuyo.
Fui caminando despacio hacia la certeza de código de barras
y, de entre el humo del siniestro,
creí distinguirte bajo tu cabello y tus gafas.
una ráfaga de viento se llevó, inclemente,
tus migas de mi ventana
y las palomas se lanzaron en picado
sin permitir que alcanzaran el suelo.
la felicidad no se encuentra en el maquillaje profesional de los peajes,
sólo fui consciente de la geometría caprichosa de los pasos de cebra,
como pequeñas escaleras que se multiplican al construir un abismo.
de que, tal vez, nunca habías sido tú.
16 octubre 2011
Instrucciones para manejar un corazón abierto
15 octubre 2011
Mundar
No verse es mirar a un árbol
A saber
El dolor da poco de comer
Árboles
Quien se incline a
13 octubre 2011
Carta a Doru
Te encontraron a la mañana siguiente. Una mujer, camino al trabajo, se sorprendió al verte tan quieto en aquel frío banco a las 5:30 de la mañana. No fue hasta que te retiró la capucha de la cara cuando descubrió que estabas muerto.
Tu novia se llevó la peor parte. No sólo fue la persona encargada de identificar tu cadáver, sino que cuando contactaron con tu madre en ese país que adorabas y detestabas al mismo tiempo, fue la única capaz de explicarle en rumano lo que había pasado. Desde que aterrizó, no se separaron un momento la una de la otra (teniendo en cuenta el tipo de relación pasivo-agresiva que mantenían, supongo que te resultará surrealista imaginarlas unidas finalmente por ti).
El funeral fue sencillo y emotivo. Algunos parientes de Rumanía, tus compañeros de trabajo, un par de amigos, tu familia más cercana y Elsa, nadie más.
Tienes un pequeño nicho en el lugar más soleado del cementerio. No sé si te entristecerá o te alegrará saber que tu chica te sigue llevando flores, pero lo que sí sé es que no te sorprenderá demasiado. Elsa siempre tuvo “espíritu Hachiko” en todo lo referente a ti (¡como odiaba siempre que me lo recordaras!).
Por cierto, Doru, no te preocupes. No le he dicho a nadie lo de aquella visita al neurólogo. El secreto de la malformación arteriovenosa irá conmigo hasta la tumba, como tantas otras cosas. Nadie te acunó en algodones durante los últimos dos años. Te resultó duro pero conseguiste lo que querías. Supongo que, estés donde estés, te sentirás satisfecho de eso, al menos.
Para acabar este e-mail, me gustaría decirte que han cambiado muchas cosas en mi vida durante los dos últimos años, que ha pasado la peor parte del duelo y todas esas cosas, pero te mentiría y nunca lo he hecho. Si me esfuerzo en ver el lado positivo, diría que me siento un poco más libre (sí, eso no puedo negarlo). Tú y yo éramos como dos imanes oxidados el uno para el otro.
Sigo echándote de menos, pero también continúo en la ciudad Ambivalencia en todo lo referente a ti. Tuve pesadillas durante mucho tiempo (la culpa siempre busca castigo, ya lo sabes). Una parte de mi deseaba que fuera mi carta la detonante de tu infarto y a la otra le aterrorizaba la idea. Sé que la recibiste porque ya no estaba en tu buzón aquella noche. Debías llevarla encima cuando te encontraron. De ser así, los médicos han sido muy discretos. O tal vez tu familia. No llevaba dirección ni firma y dudo que alguien se molestara en analizar sus huellas (Mujer invisible solías llamarme, ¿recuerdas?)
Siempre me preguntaré qué hacías frente al apartamento de Elsa a esas horas. Ella asegura que no pasasteis la noche juntos, que los martes salías tarde de la fábrica y te ibas directo a tu piso. Tal vez mintiera por algún motivo. Puede que discutierais, te echara y tú te quedaras implorando frente al edificio, esperando a que entrara en razón. Quizá fuera eso lo que te mató. Lo confieso, aún hoy, siento una satisfacción perversa y vengativa ante la idea de que una de las dos contribuyera a tu muerte. O mejor aún, de que te matáramos ambas.
En fin, Doru, esto es todo lo que quería decirte. Han tenido que transcurrir dos años para poder confesarte (y confesarme) todo esto (resulta extraño hacerlo a través de tu cuenta secreta sin añadir qué me gustaría hacerte o qué querría que tú me hicieras). Las últimas palabras que te dedico quedarán flotando sin dueño en alguna parte del ciberespacio, ¿no es poético?
Te iubesc.
30 mayo 2011
Herencia maldita

Soy la heredera del incendio sometido,
de la pálida granada casi rosa,
de la timidez quejumbrosa de las sirenas,
de las mañanas recortadas como orillas de hojas secas.
Las 1001 noches son un pliegue
de mi almohada
que delata
mi mejilla al despertar
y con el sol llega la sal derramada
por el suelo, no en mi sopa.
Mi talismán es un encantamiento
que inventó un anciano
y perfeccionó un mendigo,
una margarita intacta de pétalos retráctiles
que quieren y no quieren,
no quieren y quieren
que adormecen y hacen despertar.
Recorto mis cabellos
como si fueran las riendas de un carromato
las quemo y esparzo sus cenizas
por todos los barcos.
Algunos regresan,
otros, permanecen en el mar...
29 mayo 2011
Ni siquiera Spotify

Las horas caen
como xirimiri
en Donosti.
Los viandantes
sólo advierten su tenaz ligereza
cuando ya le han mojado.
En los autobuses hay carteles
de colores
rojo, blanco y azul,
son neón borroso sobre los párpados cansados,
suspiros troppi sottili
para los oídos
cuando suenan los taladros...
... y siempre hay obras en mi ciudad.
No entiendo.
No entiendo el devenir de las medusas,
su atracción por los sólidos,
ellas que danzan todas las formas
siempre vuelven a la arena,
a los besos pulverizados de las piedras.
Pero... vístete,
vísteme.
Bailemos disfrazados
bajo las farolas,
junto al tiovivo,
que nuestros giros
sean canciones al revés
comprensibles para los peatones,
pero no para ti,
ni para mi.
La música es demasiado breve
y ni siquiera Spotify
nos ha regalado una hora hoy.
30 marzo 2011
Smoking Break: el “cigarrillo recompensa”

Un rostro nítido y amable, en un tono excesivamente formal, le anuncia a través de la pantalla que se convertirá en el socio más joven de la empresa. No puede parar de sonreír. Abandona la sala de reuniones virtuales con la primera excusa que se le ocurre, entra en su despacho y extrae un paquete de cigarrillos de su pequeña cartera. A pesar de que fumar está cada día peor visto en el entorno profesional, ni siquiera se molesta en disimular la cajetilla dentro del bolsillo de su chaqueta. Atraviesa triunfalmente el pasillo y cuando el cristal de las puertas correderas se desliza a ambos lados, dando paso a la inmensa terraza, tiene la impresión de que la ciudad y sus contundentes brazos de asfalto se yerguen aún más hasta casi rozarle. Tiene que reprimirse para no gritar, para no marcar todos los números de su agenda, pero necesita estar solo para asimilar y paladear lo que ya es el principio de su nueva vida. Con la sonrisa casi tatuada en su rostro, enciende un pitillo mecánicamente. Ni siquiera recuerda la lista de prohibiciones y precauciones que, como el resto de los ciudadanos, ha recibido dos días atrás. Sus pensamientos parecen flotar dispersos, más allá de la creciente ola de robos y de todos los tediosos y deprimentes problemas mundanos. Mientras sujeta el cigarrillo, repara en sus manos y siente una súbita fascinación por ellas. De alguna forma, era como si nunca las hubiera visto verdaderamente hasta ese momento. Eran largas, ágiles, tersas, ligeramente nervudas. “Las manos de un triunfador” piensa con orgullo.
20 marzo 2011
Smoking break: El último cigarrillo

Al salir de un ruidoso pub, un joven comprueba que la calle está desierta, salvo por una veinteañera que se encuentra a su derecha. Tras subirse el cuello de la chaqueta, saca un mechero del bolsillo, enciende un cigarrillo y se cala aún más su grueso gorro. Seguidamente, da unos pequeños saltos sin moverse del sitio, mientras observa de reojo como la joven expulsa el humo de forma precisa, intencionada, como si estuviera enviando un mensaje en algún código secreto. Tras un minuto interminable, decide hablarle.
- Este es mi último cigarrillo, ¿sabes?
- ¡Ah!. Que bien...
- Lo digo muy en serio
- Te creo
- ¿Estás en ese momento de la semana, verdad?
- ¿Cómo dices?- contesta ella, entre molesta y sorprendida.
- “El sabadoom”
- Perdona, pero sigo sin entender...
- A pesar de lo que diga todo el mundo, el sábado es el día más ingrato de la semana, porque nos arranca el disfraz de la rutina, y nos demuestra lo vacía (o llena) que está nuestra vida
- ...
- Si te fijas, los felices lo derrochan y los infelices lo invierten. Y cuando se pertenece a estos últimos, siempre hay algún instante en el que, secretamente, se extraña el lunes: el sabadoom
- Ahh...
- Nadie puede llevar careta una noche como esta- continúa él ajeno a la irritación de la joven- Si ahora mismo entráramos ahí dentro de nuevo, podría indicarte quién se está divirtiendo realmente y quién no...
- ¿Sabes?- corta ella- No quiero ser borde, pero esta conversación suena demasiado íntima y trascendental y por experiencia sé que la neurosis y el alcohol son imbatibles en cualquier discusión, así que...
- Te equivocas en una cosa- se apoya pesadamente contra la pared dando una larga calada a su cigarrillo- He tomado algo esta noche, sí, pero no ha sido alcohol...
- OK, da lo mismo- arroja su cigarrillo a la acera y lo pisa enérgicamente- De todas formas, ya es hora de que vuelva...
- Al menos, admítelo antes de marcharte. Todos tenemos ese momento de lucidez y tú lo estabas teniendo aquí mismo, a unos 7º de temperatura, mientras te fumabas ese cigarrillo
- ¿No creerás realmente que te voy a contar la historia de mi vida, verdad? Porque de todas las tácticas para ligar que he sufrido, te aseguro que esta es la...
- Hagamos una cosa. Si yo te cuento algo sobre mi y el relato te resulta lo suficientemente sincero y convincente, me cuentas el tuyo. Pero no tienes que decidirlo hasta que me hayas escuchado, ¿vale?
- No creo que sea una buena idea...
- Esa canción es horrenda. ¿De verdad tienes prisa por volver?
- Shakira me resulta más apetecible que aguantar a un pesado con ínfulas de Schopenhauer- tras decir esto, se dirige a la puerta y acciona el pomo.
- Tengo cáncer...
- ¿¡Qué!?- exclama con voz excesivamente aguda dándose la vuelta. La puerta se cierra de un portazo, golpeándole la espalda- ¿Es una broma de mal gusto, verdad?
- Desgraciadamente, no. En mi cabeza hay un tumor XXL comiéndose mi cerebro. Lo he bautizado “Zombi”- sonríe débilmente- Al parecer avanza más deprisa porque soy... bueno, asquerosamente joven. Ahora se ha extendido a mi lóbulo temporal, lo que significa que pronto comenzaré a olvidar... cosas. Me calculan menos de medio año
- .....
- Si no me crees, simplemente, mírame a los ojos
La joven comienza a observarlo fijamente y algo en su mirada penetrante y transparente la desarma. Pero no es el dolor, la rabia, el desgaste o la aceptación de la inevitabilidad de la tragedia. Durante esos breves segundos, tiene la impresión de que él no se encuentra realmente allí, sino que se ha quedado atrapado en una especie de Tierra de nadie entre dos lugares opuestos sin pertenecer a ninguno
- No sé, ¿tú te fiarías de un desconocido que te suelta de repente que le queda medio año de vida?- pregunta incómodamente pero suavizando el tono de voz
- No, supongo que no. Pero necesitaba contárselo a alguien que no me conociera de nada. Dentro de unas semanas... dejaré de ser yo...
- Lo siento muchísimo
- No lo hagas. No pienso permitirlo
- ¿¡Cómo!?
- Necesito un testigo que verifique que he llegado a la única meta digna... esta noche. Con objetividad, sin lágrimas y sin dramas. ¿Quieres serlo tú?
- ¿Pero de qué estás hablando?- su voz se endurece nuevamente- ¿No habías dicho que te quedaban meses?
- Ya no. Hace unos minutos me he tomado una especie de bomba que... acelerará el proceso- se agarra a la pared- vaya, mis piernas ya lo notan- cae al suelo.
- ¡Por Dios!¿Qué diablos has tomado?
- No lo sé. Estaba en latín y yo... soy de ciencias...
- ¡Voy a pedir ayuda!
- ¡No, no me dejes! ¡Dáme la mano!
Después de un segundo de vacilación, la chica saca el móvil del bolso con la mano derecha y marca apresuradamente un número mientras sujeta una mano del chico con la izquierda.
-¿Dónde están los fumadores cuando se les necesita?- mira esperanzadoramente la puerta del pub- ¿Es que hoy, de repente, lo ha dejado todo el mund...?- una voz la interrumpe al otro lado del teléfono.
Desplomado en la acera, él la escucha hablar en oleadas, desde muy lejos, sin entender sus palabras. Un suave zarandeo lo espabila.
- Una ambulancia está en camino. Eso que te has tomado, lo que sea... estamos a tiempo de pararlo. ¡No cierres los ojos!
- Es inútil... ya he entrado en la madriguera, Alicia...
- ¡No digas eso!¡Y no cierres los ojos!
- Díme... que... crees que... este es el principio... de una hermosa amis...tad
- ¿Cómo?
- Todo... el mundo... debería... escuchar eso... alguna vez... ¿no... crees?
- Creo que... –su voz se quiebra- creo que este es el principio deunahermosaamistad- pronuncia atropelladamente entre lágrimas
- Gra...cias...
- ¿Cómo te llamas?
- ....
- ¡Contéstame, por dios! ¡Díme tu nombre!- lo zarandea con violencia.
- ....
- ¡No me hagas esto!¡Díme cómo te llamas, joder!
Pero el único sonido que le devuelve la noche, es el eco creciente de la sirena de la ambulancia.
14 febrero 2011
De esta noche sólo tengo lo que escribo

Nunca he sabido por qué vuelves. No es por la incertidumbre de las bombillas ajadas, ni tampoco por el derroche kamikace de las olas que chocan contra las rocas. Creo que, simplemente, eres tú quien me convoca a mi en lugar de al revés, que tú me eliges caprichosa y aleatoriamente como a un viejo traje rescatado del armario.
Pero esta noche, empachada del neón de los bidegorris* que irrumpen violentamente en las tiendas, en los televisores y en las grietas pre-programadas de las canteras, agazapada, como una gata con fobia a los descensos, en las canciones que no hablan y nunca han hablado de mi, por una vez, y sin que sirva de precedente, ¡ven, haz una excepción conmigo esta noche!
* Bidegorri es el nombre que se le da al canal bici en Euskadi ;)
02 enero 2011
6 # Overbooking

Mi corazón es un hotel
Casi todas las habitaciones
están ocupadas
por fantasmas que llegaron
antes que yo
También hay una grupo de solistas
que, sin saberlo, forman una banda,
competirían con las sirenas
de la piscina
si éstas,
no hubieran olvidado cantar.
Todos los días se registran
huéspedes nuevos
Algunos no tienen rostro,
otros no tienen rayas
en la palma de la mano.
Los reconozco inmediatamente
porque ya los he soñado
Todos esperan impacientes
un servicio de habitaciones
que se dispersa
Y cada vez hay menos cuartos,
menos llaves,
menos perchas
en las que colgar
los 5 minutos
antes del amanecer
¿Por qué tardas tanto, eh?
No sé cuanto más
podré seguir reservando
la 2046